Palabras del
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Enrique Peña Nieto,
durante la Ceremonia Conmemorativa del 100 Aniversario de la Promulgación de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Señoras y señores:
Muy buenas tardes a todas y a todos
los asistentes a esta celebración y conmemoración, precisamente, del Centenario
de nuestra Constitución, de nuestra Carta Magna.
Quiero saludar a los Presidentes de
las Mesas Directivas del Senado de la República, de la Cámara de Diputados.
Al señor Ministro Presidente de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación.
Al señor Gobernador del Estado de
Querétaro.
A los integrantes del Gabinete del
Gobierno de la República.
Al señor Presidente de la
Conferencia Nacional de Gobernadores.
A la Gobernadora y Gobernadores de
las distintas entidades federativas, que hoy nos acompañan.
Y al señor Jefe de Gobierno de la
Ciudad de México.
De igual manera, saludo a
dirigentes de partidos políticos.
A Coordinadores Parlamentarios de las
distintas fracciones que conforman el Congreso de la Unión.
A los Titulares de los distintos
órganos autónomos del Estado mexicano, y a sus integrantes, o a los integrantes
que hoy aquí nos acompañan.
A miembros de la sociedad civil.
Y a muy connotados invitados que
hoy nos acompañan, en este acto republicano.
Señores representantes de los
medios de comunicación.
Señoras y señores:
La Constitución de 1917 dio sentido
histórico y proyecto de futuro a la Revolución Mexicana.
El
Constituyente, reunido en Querétaro, logró difundir los ideales de los
insurgentes, de los federalistas de 1824, de los liberales de 1857 y de los
revolucionarios.
Hace cien años, en este recinto,
los Constituyentes sintetizaron, en un documento magno, los valores y
aspiraciones del pueblo de México.
Ahí
están incorporados los valores de soberanía, libertad y justicia; de democracia
e igualdad, que nos han inspirado, que nos han orientado, y nos han unido a
través del tiempo.
Ahí
están, también, las aspiraciones más profundas y permanentes del pueblo
mexicano: La justica social, el derecho a la educación, la equidad en las
relaciones laborales.
Al
plasmar nuestros valores y aspiraciones, la Constitución de 1917 es, sin lugar
a dudas, nuestro permanente proyecto de Nación.
La esencia de nuestra Constitución
trasciende épocas. Han cambiado algunas formas y varias de sus instituciones,
pero no los valores que le dan vigencia.
Nuestra Ley fundamental se ha
transformado, porque la realidad nacional también ha cambiado. Se ha
fortalecido para responder a las necesidades de nuestro tiempo; se ha renovado
para aprovechar mejor las oportunidades.
Entre
cambio y permanencia, entre modernidad y tradición, está la fortaleza de
nuestro dinámico proceso constitucional.
Este equilibrio entre estabilidad y
evolución es un logro, no un evento ni fortuito, ni sencillo.
Las
reformas constitucionales son posibles porque la propia Carta Magna da cauce a
la unidad en la diversidad.
Es la Constitución la que establece
la división de poderes; la que estipula los pesos y contrapesos; la que alienta
la pluralidad política y la competencia partidista.
Y
ahora, como nunca antes, nuestra Constitución es la que motiva a la
participación ciudadana, en la vigilancia y fiscalización de la vida pública.
Si hemos podido construir acuerdos
y consensos en favor de México, es gracias a que la Constitución promueve el
diálogo y el entendimiento, a través de una vida democrática.
Nuestra Ley Suprema se ha reformado
así para mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes; para incorporar a la
población al desarrollo tecnológico.
Se ha transformado para impulsar la
competencia en sectores estratégicos del desarrollo nacional; para ponernos al
día y destacar en el mundo. Se ha mejorado para institucionalizar la
transparencia, el combate a la corrupción y la rendición de cuentas.
Nuestra Carta Magna también se ha
enriquecido para lograr una justicia más pronta y expedita, más confiable,
cercana y eficaz en la vida de los mexicanos.
En esa ruta surge el decreto
promulgatorio que hoy he firmado en materia de Justicia Cotidiana.
Queremos que nuestra Constitución y
nuestras leyes acerquen más la justicia al ciudadano; queremos que faciliten la
mediación y la conciliación entre las partes, y queremos que ofrezcan
soluciones oportunas a los conflictos ordinarios en cualquier comunidad.
La justicia cotidiana nació de una
demanda ciudadana. Y hoy nuestra ley fundamental se ha fortalecido para
atenderla y darle respuesta.
Todos estos avances retoman el
espíritu de los Constituyentes de 1917: hacer de la norma un instrumento para
mejorar la vida diaria de los mexicanos.
Para todos está claro que el
Centenario de la Constitución ocurre en una coyuntura difícil. Los paradigmas
sociales, económicos y políticos, a nivel internacional, están cambiando aceleradamente.
Los sentimientos de frustración,
temor e incertidumbre se han extendido y agudizado en todos los continentes,
ante un contexto cada vez más volátil y más complejo.
Este ambiente de desencanto y
preocupación es también un llamado de atención para nuestro país.
Hoy nuestra Nación, como pocas
veces en su historia reciente, está a prueba.
Vivimos momentos cruciales,
momentos en que se han conjuntado desafíos del exterior con retos del interior.
Son tiempos de decisiones.
Decisiones que no sólo van a determinar nuestro presente, sino también el
futuro de nuestros hijos y el de las próximas generaciones.
Son
tiempos que llaman a la unidad. Unidad en lo esencial, unidad como sociedad y
como nación. Unidad para encontrar juntos soluciones a las exigencias de
nuestro tiempo.
De la claridad y firmeza con que
actuemos, y de la unidad que preservemos, dependerá el bienestar de México.
Recordemos el ejemplo de los
Constituyentes: ninguna, ninguna de sus diferencias les impidió concretar el
proyecto colectivo que necesitaba el país para reconciliarse.
Aprendamos de ese brillante
episodio de nuestra historia.
México exige de nosotros unidad.
Unidad no alrededor de una persona o un Gobierno, sino unidad en torno a los
valores de la Constitución, los valores de nuestra ley fundamental: soberanía,
libertad y justicia, democracia e igualdad.
Soberanía para que nosotros, y solo
nosotros los mexicanos, sigamos siendo los forjadores de nuestro destino.
Libertad en todos los ámbitos, para
que las mexicanas y los mexicanos puedan expresar sus opiniones, defender sus
creencias y desplegar todas sus capacidades.
Justicia para hacer respetar los
derechos de todos, para que haya un piso parejo y superemos las brechas que
separan a los mexicanos.
Democracia para decidir juntos lo
que queremos para México; para que la mayoría elija, respetando siempre los
derechos y la voz de las minorías.
E igualdad para que nadie se quede
atrás, para que en todos los rincones de la Patria haya oportunidades de
mejorar, de superarse y de progresar.
Todos estos son los valores fundamentales
y persistes que le dan sustento y vitalidad a nuestra unidad nacional.
Unidad nacional para construir, a
partir de los ideales que nos legaron los fundadores de nuestra Nación.
Unidad nacional para cumplir la
promesa de un mejor futuro que nos hicieron los insurgentes, liberales y
revolucionarios.
Cerremos filas para alcanzar las
más altas aspiraciones políticas, plasmadas en nuestra Ley Suprema, para lograr
una convivencia pacífica y civilizada, fincada en la fraternidad, la igualdad y
el respeto a los demás.
Para consolidar a la democracia
como una estructura jurídica y un régimen político, pero, sobre todo, como un
sistema de vida, fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural
del pueblo.
Unámonos para cumplir los mandatos
laborales y económicos de nuestra Constitución; para que toda persona pueda
hacer realidad su derecho a un trabajo digno y socialmente útil; para que la
estabilidad económica y financiera sea la base más sólida del desarrollo
nacional.
Para
que todos los derechos que reconoce nuestra Constitución sean una realidad en
la vida diaria de los mexicanos.
Sigamos trabajando juntos para que
México consolide su presencia en el concierto de las naciones, observando
siempre los principios de igualdad jurídica de los estados y solución pacífica
de las controversias.
En
suma. Sigamos avanzando juntos, teniendo como guía e inspiración a nuestra
Constitución.
Señoras y señores:
Vivimos una nueva era, un nuevo
ciclo histórico.
Hoy
las circunstancias mundiales y nacionales son muy diferentes a las de hace 100
años.
En
1917, la inmensa mayoría de los mexicanos no sabían leer, ni escribir y vivía
en el campo, sin servicios básicos, sin centros de salud, ni vías de
comunicación. La economía era predominantemente agrícola, la industria y los
servicios eran muy incipientes.
En
cambio, el México de 2017 es un país con un creciente desarrollo humano y un
claro perfil urbano. Contamos con una población joven que se prepara para
triunfar y contribuir al desarrollo.
Creemos en una economía abierta,
moderna y competitiva, que participa en los mercados globales con bienes y
servicios de la más alta calidad.
Es mucho lo que México ha cambiado
para bien en 100 años. Trabajemos juntos para cuidarlo.
En estos nuevos tiempos es
indispensable que no perdamos de vista hacia dónde vamos; que mantengamos el
rumbo.
Al igual que hace un siglo, la
Constitución debe ser nuestra brújula y nuestro faro.
Sigamos
avanzando con base en los valores y las aspiraciones contenidas en nuestro proyecto
de Nación.
Reivindiquemos,
día tras día, los ideales que nos unen e identifican.
Que no haya distracciones, ni
extravíos. No perdamos impulso buscando
salidas falsas o soluciones simplistas.
No
olvidemos las duras lecciones del pasado. En la vida de las naciones no hay
caminos cortos, ni rutas fáciles. No hay atajos hacia al desarrollo. No se
ganan carreras sin esfuerzo, sin sudor.
Sólo
hay logros duraderos cuando hay empeño, dedicación constante e infatigable
perseverancia.
Hagámoslo entre todos y para todos.
Honremos
la obra de los Constituyentes y escribamos juntos una página que sea recordada
como nosotros recordamos la de ellos: una página de unidad y de orgullo
nacional. Una página de valor y dignidad.
Muchísimas gracias.
Voy a proceder, si me lo permiten,
mantengámonos de pie, porque quiero expresar en ello un particular
reconocimiento y gratitud a nuestras Fuerzas Armadas, porque durante cuatro
años, durante nuestra vida institucional han sido realmente los defensores de
las instituciones democráticas y de los valores fundamentales que consagra
nuestra Constitución.
Por
ello, México siempre tendrá un permanente reconocimiento y gratitud para
nuestras instituciones Armadas, que todos los días dan lo mejor de sí,
arriesgan su propia vida, cada uno de los integrantes de nuestras Fuerzas
Armadas, precisamente para velar por México, cuidar a México y preservar
nuestros valores fundamentales.
Y en este marco, han sido precisamente
nuestras Fuerzas Armadas, quienes han llevado estos facsimilares de nuestras
constituciones para que los mexicanos los conozcan, para que se interioricen y
aprendan, precisamente, de los valores que están aquí consagrados.
Y en este marco, y a eso me refería
en estos últimos cuatro años, en los cuales se ha llevado esta exposición
itinerante, que ha corrido a cargo de nuestras Fuerzas Armadas, es que hoy, en
esta fecha tan solemne, he de hacer la declaratoria de clausura a la Exposición
Itinerante de los Facsimilares de los
Sentimientos de la Nación de 1813, y de las Constituciones Políticas de 1824,
1857 y 1917, actividad que ha contribuido a difundir los documentos que han
sentado las bases jurídicas del México actual.
Pero,
sobre todo, que han sentado las bases y preservado los valores fundamentales
que inspiran el diario actuar de los mexicanos.
Dicho esto, queda clausura esta
exposición.
Y
qué viva México, señores.
Muchas felicidades.
+++
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